cuentos de otros
Erase una vez… – José Luis Zárate Herrera
Hachas, sangre, muerte. El cuento de la Caperucita es horrible, y más la versión que se cuentan entre sí los lobos.
Erase una vez… – José Luis Zárate Herrera
Hachas, sangre, muerte. El cuento de la Caperucita es horrible, y más la versión que se cuentan entre sí los lobos.
aparte de la emoción de reconocer a los reconocidos, de oler la ciudad, de escuchar las dudas y los silencios de nuestra gente, de nuesros jóvenes, de nuestros artistas, más allá de eso.
sin pensar con la mente diminuta de decir «vale la pena porque es ecuatoriana», no…la película «Los Canallas», vale la pena porque es buen cine, cine del mejor, sin importar si es ecuatoriano, checo o austríaco.
uso perfecto de locaciones, de cámaras, una banda sonora que nos llena de recuerdos e invitaciones.
los temas presentados en la película, totalmente cercanos a las crisis de los jóvenes y de las jóvenes de cualquier parte del mundo. la escena de la suicida perpetua, del cafecito que nos devuelve a la cotidinidad, las dudas de la abuela de no saber escoger entre lacan o henri miller, y todas las referencias universales a esa crisis que -los que alguna vez fuimos jóvenes- hemos sentido. las profesiones escogidas para enfrentar a golpes la vida -y que nadie entiende-, los viajes, las migraciones. la ternura de un guardia enamorado del arte, músico y guardia…
el amor para dummies, los que se encuentran, los que se quedan…palabras de una película construida entre tres películas y muchas historias. un logro circular, atrevido, irreverente y bien logrado.
la fotografía en algunas de las historias es perfecta. el uso de los trajes en el momento en que tres personajes deciden «amarrarse» entre los tres y navegan por la laguna de la alameda, es soberbia.
con el corazón comprometido, debo decir que la actuación del argentino, en la imagen en que sale rodando por sus propias ruedas desde el estómago de la basílica, solo para poner a un santo todas las monedas que guarda en una bolsita de plástico, me dejó con el almita estremecida. toda la fuerza de una moneda cayendo en un cajón de madera sin fondo, para pedir un milagro.
vale la pena.
recuperemos la esperanza…
un descubrimiento de esos maravilloso fue Liniers, hace algún tiempo lo vengo leyendo, pero, descubrí que él dijo exactamente lo que yo quería decir.
les dejo con una maravilla
fuente: autoliniers
Eres una Bestia, Viskovitz – Alessandro Boffa
Cómo era papá? –le pregunté a mi madre.
–Crujiente, un poco salado, rico en fibra.
–Quiero decir antes de comértelo.
–Era un mequetrefe inseguro, angustiado, neurótico, un poco como todos vosotros, los machitos, Visko.
Me sentía más cercano que nunca a aquel genitor al que no había llegado a conocer, que se había descompuesto en el estómago de mamá mientras yo era concebido. De quien no había recibido calor, sino calorías. Gracias, papá, pensé. Sé lo que significa, para una mantis macho, sacrificarse por la familia.
Me detuve un instante, en grave recogimiento, ante su tumba, es decir, ante mi madre, y entoné un miserere.
Al poco rato, como pensar en la muerte nunca dejaba de provocarme una erección, consideré llegado el momento de reunirme con Ljuba, el insecto al que amaba. La había conocido más o menos un mes antes, en el matrimonio de mi hermana, que por otra parte era también el funeral de mi cuñado, y había quedado prisionero de su cruel belleza. No habíamos dejado de vernos desde entonces. ¿Cómo había sido posible? Dios me había bendecido con el don más apreciado por nosotros, los mantis: la eyaculación precoz, condición indispensable de cualquier historia de amor que aspire a no ser efímera. La primera semana había perdido sólo un par de patas, las raptatorias, la segunda el prototórax con sus anexos para el vuelo, la tercera…
–¡No lo hagas, Visko, por amor de Dios! –empezaron a gritarme mis amigos Zucotic, Petrovic y López, encaramados en las ramas más altas.
Para ellos la hembra era el demonio, la misoginia una misión. Desde la metamorfosis sufrían algún tipo de desviación o disfunción sexual, habían adoptado los votos del sacerdocio y se pasaban todo el santo día mascando pétalos y recitando salmos. Eran muy religiosos.
Pero no había oración que pudiese detenerme, no ahora, que oía el gélido suspiro de mi amada, el sombrío rumor de sus membranas, su fúnebre y burlona sonrisa. Me moví frenéticamente en dirección a aquellos sonidos, con la única pata que me quedaba, apoyándome en mi erección, esforzándome por llegar a visualizar la gloria de sus formas, ahora que no podía verlas porque ya no tenía ocelos, ahora que no podía olerías porque ya no tenía antenas, ahora que no podía besarlas porque ya no tenía palpos.
Por ella había perdido ya la cabeza.
dicen los agoreros de los periódicos que la negra está enferma, dicen que está en la clínica hace algunos dicen y que está malita.
dicen, dicen…
yo solo puedo decir que una vez en que pensé que la vida no tenía sentido y esas cosas que uno piensa algunas veces, esta canción, en la voz de la negra me rescató. la escuché y repetí mil y una vez…como las noches…
«creo que a pesar de tanta melancolía, tanta pena y tana herida, solo se trata de vivir…»
cuando se presentó en kito, en el coliseo, por esos azares del destino me invitaron a la zona de gente importante, sin serlo en absoluto. y no pude quedarme a escuchar esta canción, se me vinieron las lágrimas a los ojos y no pararon. tuve que salir y escucharla desde el baño, solitico de soledades…y pude sentir el renacer.
solo se trata de vivir…
quisiera prender las velas necesarias, las almas necesarias para acompañar a la negra sosa desde este huequito de kito…
encontré este vide en www.fogonazos.blogspot.com, y sentí la necesidad de compartirlo con ustedes. según la sugerencia, mírenlo, cierren los ojos y sientan cómo el mundo gira con nosostros y a pesar de nosotros…
una feliz semana
Timescapes Timelapse: Mountain Light from Tom @ Timescapes on Vimeo.
Sententia Nominum – (Enrique Anderson Imbert)
Verano de 1116. Casa del canónigo Fulbert, en París.
Pierre Abélard ve acercarse a Héloïse. Va a abrazarla pero ella lo detiene diciéndole:
—No te equivoques. Sólo soy la imagen que llevas en tu corazón.
Abélard replica:
—Según eso, yo seré la imagen que Héloïse lleva de mí en su corazón. Da lo mismo, pues.
Y las imágenes se tendieron sobre la alfombra y se juntaron.
semana extraña.
concierto en cuba, demasiada gente en esa hermosa plaza de la revolución para que nada pase. creo que las cosas no pueden seguir igual después de eso. no sé cómo pero siento que algo va a seguir pasando.
por otro lado, el corazón sigue colgado de honduras. un presidente electo refugiado en una embajada y la ceguera del poder en armas sin escuchar a nadie más en el mundo. evocar la sensatez no basta. dejo en este espacio personal, una suerte de vigilia, los ojos puestos en tegucigalpa y una verde y chiquita esperanza…