Texto par el libro de homenaje a Silvio, La Habana, 2023

Silvio
Quito, aguacero, 1984.
En la fila, doce años, conociendo dos canciones.
Ya dije que llovía.
A la entrada se repartieron velas a todos
para encender en las canciones precisas.
Me sentía grande
y empezaron las canciones
las letras que hablaban de mí, sin que yo sepa que lo hacían.
Las letras que hablaban del que iba a ser, sin saberlo todavía.
Al salir, con la emoción, con manchas de cera en la chompa de cuero
y con la certeza de querer aprender todas las letras.
Con estrategias
repetir cada canción
detenerla
escuchar
cantar uno mismo
y volver
Descubrir las letra,
descubrir la música
y la certeza de siempre querer estar en esa tropa cósmica,
que hacía cosas increíbles,
conciertos,
amaneceres,
conocer a gente que tenía en común el amor a la poesía y a la música.
Silvio empezó a ser parte de la familia,
a quien le contabas las penas de amor,
alguna perdida alegría,
alguna causa perdida y todas las necedades.
La música bailaba sola y las letras nos tejían recuerdos que llevar como
bufandas en los helados tiempos del amor, el desamor o l militancia (si
hubiera alguna diferencia)
? Quito. 2023
Ya no hay cascos con lluvia la cabeza.
Hay soledad
Ladridos de perros a lo lejos,
Y Silvio, sonando desde unas certezas inevitables y unas esperanzas
mojadas de lluvia histórica.

Freddy Peñafiel Larrea

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